“Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos” (Lucas 11:1).
Estoy seguro que toda persona sabe de oración. A todos se nos ha enseñado alguna forma de comunicación con Dios. Este era el caso con los discípulos de Jesús. En el Antiguo Testamento se enseñaba por ejemplo: “Oye, pues, la oración de tu siervo, y de tu pueblo Israel; cuando oren en este lugar, también tú lo oirás en el lugar de tu morada, en los cielos; escucha y perdona” (I Reyes 8:30). Cada viernes por la noche recitaban la oración del Shabbat: “Bendito eres, Oh Señor nuestro, Rey del Universo, que nos has santificado con tus preceptos y nos ordenaste el encendido de las velas de Shabat”; celebraban la cena de la Pascua, esta se divide en etapas y en cada una se recitan oraciones. Conocían que el salmista escribió: “Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré, Y él oirá mi voz” (Salmo 55:17); conocían la historia de Daniel en el foso de los leones, donde fue lanzado por mantener su costumbre de tres tiempos de oración diarios a Dios.
Los discípulos cumplían la Ley orando tres veces diarias (9 de la mañana, 12 del mediodía y 3 de la tarde), recitaban lo que les decían, expresaban alguna frase hecha o repetían algún Salmo, pero no sabían orar.
Orar es simplemente hablar, es dirigirse a Dios con palabras o con el pensamiento. Orar a Dios es conversar con Él, conversar es comunicarse con una o más personas... Continuará
ESTE ES UN EXTRACTO DEL LIBRO "CERCA DE DIOS"